Oswaldo Guillén ha conseguido gestas difíciles de lograr como manager
Especial Antonio Castillo
Caracas.- ¿Está predestinado Oswaldo Guillén para cosas grandes dentro del mundo del beisbol? Según lo visto en la recién finalizada temporada de la LVBP, en la cual condujo al título a los Tiburones de La Guaira luego de 38 años de ardorosa sequía, pareciera que sí.
Ahondando en el tema, tenemos que antes de esta gesta en la pelota local, Guillén se llevó los máximos honores como Novato del Año de la Liga Americana en 1985, en una temporada donde los Royals de Kansas City se llevaron la Serie Mundial, y en la que a nivel individual descollaron Wade Boggs liderando a los bateadores del joven circuito en promedio (.368) y hits (240), mientras que Rickey Henderson comandaba a los anotadores (146) y a los robadores de bases (80).
En ese contexto, Oswaldo Guillén fue proclamado como Novato del Año, al batear para .273, con 134 inatrapables, entre ellos 21 dobles, nueve triples y un jonrón, anotó 71 carreras, impulsó 33 y todavía le quedó tiempo para estafar siete bases en 150 juegos como campocorto a tiempo completo de los Medias Blancas de Chicago.
Guillén, hoy con 60 años, jugó 15 temporadas más desde aquella de 1985, bateando globalmente para .264 de average, con 1.764 imparables entre el Chisox, Orioles de Baltimore, Bravos de Atlanta y Rays de Tampa Bay.
Pero lo mejor estaba por venir para Guillén en eso del tema del destino en el beisbol.
En 2004 es nombrado manager de los Medias Blancas de Chicago, tras adquirir experiencia como coach con los Expos de Montreal y Marlins de Florida, y allí comienza su camino a la gloria como piloto, ya que nada más al año siguiente se lleva la Serie Mundial tras barrer en cuatro juegos con los Astros de Houston, equipo que dirigía Phil Gardner.
Nadie lo podía creer en “La Ciudad de Los Vientos”, donde la fanaticada de los Patiblancos no veían un título mundial desde 1917, año en que liderados por Eddie Collins y ‘Shoeless’ Joe Jackson llegaron a ganar 100 juegos y finalmente derrotaron a los Gigantes de Nueva York en el Clásico de Otoño.
Los Medias Negras
Desde entonces los Medias Blancas cayeron en una dramática barrena , atizada por el escándalo de 1919, cuando se descubrió que varios de sus jugadores se habían “vendido” en la Serie Mundial ante los Rojos de Cincinnati.
El Gran Jurado de Chicago determinó –tras una larga investigación- que ocho jugadores (Chick Gandil, Eddie Cicotte, Lefty Williams, Happy Felsch, Swede Risberg, Fred McMullin, Buck Weaver y ‘Shoeless’ Joe Jackson) habían recibido aproximadamente 100.000 dólares de Arnold Rothstein por dejarse ganar en la Serie Mundial. Sin embargo, en julio de 1921 los implicados fueron declarados no culpables, pero a pesar de la sentencia, el Comisionado de las Grandes Ligas, el juez Kenesaw Mountain Landis decidió expulsar a los jugadores del beisbol profesional de por vida, y el equipo debió cargar durante mucho tiempo con el remoquete de los “Medias Negras”.
Pues bien, Oswaldo Guillén fue el manager predestinado para echar en el olvido de una buena vez a aquellos “Medias Negras”, rescatando 88 años después ese sentimiento de gallardía y ética deportiva para una ciudad donde el beisbol es sumamente importante.
En ese 2005, el manager venezolano contó entre otros con el aporte ofensivo de Frank Thomas, Paul Konerko, Brian Anderson, Jermaine Dye, Scott Podsednik, Carl Everett, Timoniel Pérez y AJ Pierzynski; más el pitcheo de Mark Buehrle, Jon Garland, Orlando “El Duque” Hernández y el venezolano Freddy García.
Los Tiburones de ahora
Con los Tiburones le tocó asimismo a Guillén rescatar el dulce sabor de la victoria, deslastrado desde aquella campaña 1986-1987 que cerraron encajando un histórico No Hit No Run de manos de Urbano Lugo jr, pitcher de los Leones del Caracas.
Desde entonces, los litoralenses solo habían llegado a la final en tres ocasiones, arrastrando tras de sí a una leal y bulliciosa fanaticada que, derrota tras derrota, se conformaba con decir –sin mucha convicción- que éste era el año.
Y lo fue. Después de asumir el cargo en lugar de Edgardo Alfonzo, Guillén logró fusionar lo mejor de cada pelotero, para finalmente cargar con el esquivo cetro.
La guinda de la torta sería coronarse en el LoanDepot Park, hogar de los Marlins de Miami, equipo del que salió por la puerta de atrás luego de despedirlo en 2012 tras hacer unas polémicas declaraciones a favor de Fidel Castro, afrenta que no pudo ser digerida en su momento por la poderosa comunidad cubana de Miami.
En todo caso, si logra el título de la Serie del Caribe en Miami, entonces no habrá dudas: Guillén es un predestinado del beisbol.