Manuel Gil | Prensa LVBP
Caracas.- En muchas ocasiones dentro del beisbol profesional, los peloteros son cambiados de un conjunto a otro en medio de una misma temporada. Para algunos jugadores es difícil asumir que todo ha dado un giro inesperado y no será la misma rutina, ni los mismos compañeros de equipo. Otros, simplemente colocan su mente en seguir compitiendo y crecer como profesionales. Leobaldo Cabrera, jardinero de los Tigres de Aragua, forma parte del segundo lote.
Con 25 años de edad, el oriundo de Guarenas, comenzó la campaña 2023-2024 de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP) con los Tiburones de La Guaira, luego estuvo involucrado en una negociación de varias piezas, que lo llevó al conjunto bengalí días atrás.
En la novena guairista, Leobaldo compartía dugout con su hermano, el grandeliga de los Yanquis de Nueva York, Oswaldo Cabrera. Lo que complicó un poco asumir que ya no era un tiburón, sino un felino en la pelota criolla.
“Al principio me cayó de sorpresa (el cambio), no lo esperaba. Pero las cosas pasan por algo. Lo más difícil es que yo vine para jugar con mi hermano y en ese momento se me hizo complicado dejarlo”, dijo el guardabosques. “Igual estoy agradecido con la organización de los Tiburones. Así hayan sido dos semanas, pude jugar con él y pudimos cumplir el sueño de jugar juntos en el beisbol venezolano”, resaltó.
Como todas las separaciones, tener un uniforme diferente al de su hermano, en principio, le dejó un mal sabor.
“Estábamos tristes porque decíamos que ya no íbamos a jugar más juntos, pero él (Oswaldo) entendía que aquí en este equipo (Aragua), iba a tener más oportunidad de juego, iba a seguir con mi carrera y mi desarrollo como jugador”, abundó.
El mánager Buddy Bailey no perdió tiempo y de inmediato lo insertó en la alineación de los Tigres, necesitada de producir anotaciones.
“Luego se puso contento cuando le dije que estaba jugando al día siguiente, la emoción que tenía era indescriptible, eso fue lo más bonito de todo”, reconoció entre sonrisas el criollo, durante la última visita del club aragüeño al Estadio Monumental Simón Bolívar. “Esto es un negocio y yo soy un profesional. Sea donde sea, daré lo mejor de mí para ayudar al equipo en el que esté”, soltó.
Apenas ha acumulado siete juegos con los Tigres y ya se ha convertido en una bujía ofensiva. Está golpeando para .500 con 11 indiscutibles, un vuelacerca, ocho carreras empujadas, siete anotadas, dos pasaportes y tres ponches en 22 turnos ofensivos, repartidos en siete compromisos.
Con La Guaira golpeó para .259, con un vuelacercas y dos empujadas en ocho desafíos.
“Desde que llegué acá, el cariño que me brindó el mánager Buddy y todos los compañeros, pienso que ha sido bastante bonito. No estábamos en el mejor momento, pero hemos ganado los últimos juegos, y he entrado en una transición de volver a encontrar una identidad jugando con los Tigres. Me ha ido bastante bien, estoy listo para aprovechar la oportunidad”, comentó.
UNA EXPERIENCIA CONOCIDA
En la pelota de Estados Unidos, Cabrera fue firma de la misma organización en la que se desarrolló y llegó a las Mayores: los Yanquis de Nueva York. Pero también le tocó experimentar ese cambio de indumentaria en el beisbol organizado, pues fue enviado a los Mellizos de Minnesota, con los que disputó cinco zafras en los equipos afiliados de Ligas Menores, siendo Doble A la máxima categoría alcanzada.
“Eso me había pasado, pero en temporada muerta. Uno llega a un equipo nuevo, es distinto, pero no sales repentinamente de un clubhouse a otro. Así es la vida y yo lo tomo con mucha humildad y orgullo”, expresó Cabrera.
En el 2023, Cabrera vio acción en la Atlantic League, un circuito independiente. En ese campeonato encontró una grandiosa versión de sí mismo y registró un promedio de .294 con 137 hits conectados, 34 cuadrangulares, 100 rayitas fletadas, 91 anotadas, 52 pasaportes conseguidos y 122 ponches sufridos en 526 visitas al plato, además, tuvo un aceptable OPS de .938.