El Magallanes disfrutó su momento en el estadio valenciano | Foto: Elio Miranda

Antonio Castillo

IG. @elleonatico   @antoniocastillo559

Para vencer al Caracas hay que anotarle 15 carreras

 

Si la rivalidad entre Caracas y Magallanes siempre ha existido (por lo menos desde 1942), en la presente temporada, ese fenómeno social se ha exacerbado hasta niveles nunca vistos.

Los primeros siete encuentros de la presente temporada entre Leones y Navegantes han teñido de emociones a todo el país. Así como los escuchan, a todo el país, ya que sin lugar a dudas, en cada hogar de esta Venezuela hay por lo menos un caraquista o un magallanero ¿o no?

Es por ello que me atrevo a asegurar que esos choques toman características realmente especiales, con las connotaciones que además arrastran.

Particularmente, el juego del viernes 2 de diciembre, en el estadio José Bernardo Pérez, en Valencia, dejó en un segundísimo plano al Mundial de Qatar. Así, la eliminación de Uruguay, a pesar de atizarle dos goles a Ghana, y la sorpresiva derrota del ‘scracht’ brasileño a manos de la irreverente Camerún, no pasaron de ser inocuas noticias.

Y es que nada más con entrar al terreno los jugadores de Caracas y Magallanes, todo se borró alrededor del encuentro mismo. Solo importaba lo que pasaba en el diamante valenciano.

Y la verdad que el espectáculo valió la pena. Los dos equipos entregaron alma, vida y corazón en el terreno, con la finalidad de derrotar al ‘eterno rival’.

Los Leones venían de ganar cinco de los seis compromisos previos y en este sentido deseaban mantener su hegemonía. Por su parte, los navieros, heridos en su amor propio, no querían protagonizar otra debacle, y menos en su feudo valenciano.

Así, Magallanes arrancó con todo, anotando cuatro carreras en el mismo inning inicial ante un tambaleante JC Ramírez.

Las tribunas del José Bernardo Pérez, que albergaron 7.239 seres, rugieron de emoción al palpar –la afición magallanera- la posibilidad cierta de sacudirse del yugo caraquista.

Ni hits había conectado el Caracas, cuando en el tercero sus artilleros lograron ponerse al frente con una reacción de cinco carreras, que nuevamente encendió las tribunas.

Pero lo mejor estaba por venir, cuando en el noveno y con cinco carreras de desventaja, los Leones fabricaron hasta siete rayitas para pasar a dominar el score 12-10.

Subidas de tensión, radios estrellados contra la pared. “Siempre lo mismo, el Caracas es peligroso hasta el último out. Así me lo decía mi abuela y mi papá”. Se escuchó decir en más de un hogar venezolano.

Pero el Magallanes no estaba derrotado. En ese cierre del noveno, en la hora de guardar los bates, los Navegantes la emprendieron contra el estelar cerrador del Caracas, Anthony Castro, quien no pudo manejar la presión. Tres bases por bolas cedió el derecho, quien en sus 16 juegos anteriores solo había concedido tres pasaportes.

En definitiva, un fracaso rotundo de Castro, quien no pudo preservar la ventaja al permitir las dos carreras del sensacional empate carabobeño y obligar el extrainning.

Y aún había más. El Caracas anotó dos en el décimo, pero el Magallanes respondió con tres para dejarlos en el terreno.

Al final, los caraquistas se consolaban: “tuvieron que hacernos 15 carreras para ganarnos de bromita”.

¡Caraquistas Forever¡