Alexander Mendoza | Prensa LVBP
Caracas.- Lanzar un No-Hitter es tan raro, que se ha convertido en una extravagancia, incluso los juegos completos parecen estar en vías de extinción. Pero cuando se trata de pelota, cada noche es diferente y mientras avanza el juego, es posible que una situación, algún detalle, termine sorprendiendo a quienes observan, sin importar sus años como aficionado o analista.
Ángel Padrón inscribió su nombre en los anales de las Series del Caribe, tras su hazaña del miércoles por la noche. Se unió al derecho estadounidense Thomas Fine, que el 21 de febrero de 1952, vistiendo el uniforme de los Leones de La Habana, no permitió libertades al poderoso Cervecería Caracas y lo blanqueó 1-0, sin que le pudieran conectar imparables.
Ocurrió en el juego 40 del todavía joven Clásico Caribeño y desde entonces transcurrieron 810 partidos y casi 72 años, para que se replicara un dominio similar. Esta vez, con Tiburones de La Guaira como protagonistas y una selección de Nicaragua, que se despidió del torneo con récord de 0-6, en plan de víctima.
Fine, apodado “Potro Salvaje” según los registros del torneo, lanzó 15 temporadas en Ligas Menores y disputó un par arriba con los Medias Rojas de Boston (1947) y los desaparecidos Carmelitas de San Luis (1950), en un contexto lejano e inimaginable para alguien del siglo XXI.
Padrón, de 26 años de edad, jamás había transitado la ruta en sus nueve años como profesional, según Baseball-Reference. Su trabajo más extenso en un montículo de Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP) se remonta al 20 de diciembre de 2022, cuando vistiendo el uniforme de los Tigres de Aragua completó 6.0 innings en blanco contra Caribes de Anzoátegui.
Pero, como tantas veces acaeció, los antecedentes y la planificación poco tienen que ver cuando un pelotero está en su noche.
“Me enteré en la mañana que iba a abrir el partido, la idea era ayudar un poco al bullpen”, reiteró una y otra vez Padrón, al responder varias veces a la misma interrogante. “Me cambié el chip (de relevista a iniciador)”.
Entonces, los lugares comunes de la épica comenzaron a levantar sus cimientos. La epopeya personal construida sobre la base de lo cotidiano, inició su marcha implacable.
“Padrón iba a tirar cuatro innings, pero en el quinto tenía apenas 45 pitcheos”, le contó Carlos Zambrano, coach de pitcheo de La Guaira, al periodista Pedro Ricardo Maio, de IVC Networks. “Desde el sexto estuvo calentando Tiago Da Silva, tiró como tres innings en el bullpen. En el séptimo, octavo y noveno, (el mánager) Ozzie (Guillén) me dijo que levantara a Tiago”.
El zurdo Padrón retiró a los primeros 21 bateadores a los que se enfrentó, en buena medida gracias a dos brillantes atrapadas en el jardín central de Ramón Flores, que ni siquiera estaba en la alineación inicial y que entró al compromiso, luego de una inesperada lesión de Franklin Barreto, quien recibió un pelotazo en la mano izquierda. El primer engarce se produjo en el cuarto capítulo, ante conexión de Benjamín Alegría, y el segundo en el séptimo, decapitando una línea con malas intenciones de Francisco Peguero.
“Ese tipo de jugadas, nunca pueden faltar en los No Hit No Runs, que parecen imposibles, pero se hacen”, apuntó Zambrano.
Padrón usó 88 envíos –dos más que para aquellos seis tramos ante la Tribu- para completar su dominante labor, 57 en zona de strike. De acuerdo con Statcats, el zurdo edificó su actuación a partir del sinker (46 veces, 52%) y el cambio (26, 30%), pero también empleó seis sliders (7%), nueve curvas (10%) y una recta de cuatro costuras (1%).
El sinker cayó 74% (34/46) en zona buena y el cambio 54% (14/26), lo que demuestra su dominio sobre ambos envíos, el control y la localización. Entre esas dos serpentinas consiguió 17% de swings perdidos (6/36), que le ayudaron a facturar cuatro ponches, por apenas un boleto, que le separó de la perfección.
“Me quise poner fino con ese bateador (Raudy Read), teniéndolo en 0-2. Aunque, después, no le di mucha mente a eso, seguí tirando mis pitcheos por ahí”, explicó Padrón, que luego le abrió con un cambio en strike a Melvin Novoa y, seguidamente, le tiró un sinker que le obligó a rodarla por el segunda base Alcides Escobar, que se combinó con el campocorto Wilfredo Tovar, para completar una relampagueante doble matanza.
Pasado el sobresalto y luego de un fácil octavo tramo, Padrón debió esperar largo rato, mientras sus compañeros colocaban el partido en el congelador con un rally de cinco rayitas en el cierre de la entrada.
“Estábamos pendiente de los envíos, porque él actuó como relevista (en la campaña 2023-2024) y no había transitado tantos innings”, señaló Guillén. “Obviamente, después del séptimo, si estás tirando un juego como ese, el trabajo mío es preguntarle cómo se siente y la respuesta fue: ‘me siento bien’. Pero mi obligación era estar en contacto con él, en el octavo y el noveno. Si le llegaban a base o le conectaban un hit, lo iba a sacar. Eso era parte de la estrategia que teníamos”.
No hizo falta. El sueño imposible, se hacía realidad.
“Lanzar un No-Hitter no es fácil, en cualquier liga, en cualquier situación. Es algo muy particular. Cuando yo lo conseguí, estaba supuesto a tirar cinco o seis innings, porque venía de una molestia en el brazo”, rememoró Zambrano, que se apuntó su No-No, el 14 de septiembre de 2008, como miembro de los Cachorros de Chicago contra los Astros de Houston.
Los registros respaldan la opinión del “Toro”. En los más de 100 años de historia de Major League Baseball, 312 lanzadores lo han logrado, en la LBPRC son 20, en la LVBP 12 y en LIDOM 10, sin incluir los esfuerzos combinados.
“El perfecto de Mark Buehrle fue impresionante, porque era un lanzador de contacto, pero el de hoy es especial para mí, por lo que me dio como mánager para el día de mañana (jueves)”, abundó Guillén, que fue el dirigente de las dos joyas que moldeó Buehrle, con los Medias Blancas de Chicago en 2007 y 2009. “Tenía previsto que (Padrón) lanzara tres o cuatro innings y después quien iba del quinto en adelante, pero puso al equipo en una mejor situación para la semifinal, con todo el bullpen con un día adicional de descanso”.
Francisco Arcia, el receptor suplente de La Guaira, que llamó el juego de Padrón, confirmó –como era de esperarse- que se entendió a la perfección con el héroe de la noche.
“Siempre estuvimos en la misma página, sabíamos que era un juego importante, que debíamos ganar, (para terminar la fase regular en la cima de la clasificación). Cuando se combina todo eso, ocurren cosas buenas”, mencionó el careta, quien corrió a abrazar a su lanzador cuando el emergente Omar Mendoza entregó el out 27 con rodado al short.
“Comenzaron a preguntarme en el séptimo cómo me sentía y yo estaba bien”, recordó Padrón con el desparpajo de los que están convencidos de una idea.
“La diferencia entre lo imposible y lo posible radica en la determinación de una persona”, solía decir Tommy Lasorda.
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Después del histórico partido de La Guaira en la Serie del Caribe, el zurdo Ángel Padrón y el cátcher Francisco Arcia, en diferentes entrevistas agradecieron la oportunidad que les brindó el mánager Oswaldo Guillén, como ha ocurrido, tras cada triunfo de los Tiburones, con cada protagonista del club. Las estadísticas son individuales, pero las victorias colectivas. Esa es la motivación que les une, por eso entrelazan las manos después de un hit. Nada los puede detener o al menos pocas veces los han frenado. Con Guillén al mando, desde el 7 de diciembre, Tiburones exhibe récord de 33-12 (.733), entre todas las fases y competiciones, incluida la Serie del Caribe.