Willie Mays atrapó la pelota de espaldas al home en 1954 | Fotos: AP

La jugada del inmortal Willie Mays en 1954, es una joya que permanece vigente hoy día

 

Especial | Antonio Castillo

Caracas.- ¡Como leyendo un libro! era la cita preferida del periodista deportivo Omar Lares, al referirse a la soberbia atrapada de Willie Mays en la Serie Mundial de 1954 entre Gigantes de Nueva York e Indios de Cleveland.

Y es que realmente Mays atrapó en el centerfield del legendario Polo Grounds una bola increíble de espaldas al home, con sus dos manos enfrente de él, haciendo que la analogía  del cronista trujillano fuera real y palpable.

Los periodistas estadounidenses  fueron más allá, al catalogar la jugada como “The Catch” (La Atrapada), una de las mejores de todos los tiempos en las Grandes Ligas.

La jugada comenzó con una carrera a toda velocidad por el jardín central, con Mays persiguiendo el impresionante batazo de Vic Wertz hasta las profundidades del jardín central. Desde el plato solo se podía ver el número 24 en la espalda del jugador que buscaba febrilmente la pelota.

¿Cómo fue que Mays rastreó la pelota con la claridad necesaria para calcular de manera perfecta la trayectoria por encima de su hombro, para que finalmente la pelota entrara en el guante?

¿Cómo tuvo la lucidez para recordar que detener a los corredores que estaban en base era crucial, o la capacidad de hacer una pirueta y realizar un tiro potente a la segunda almohadilla?

“Ese fue el disparo de un gigante”, escribió el periodista deportivo Arnold Hano en su resumen del juego. “El tiro de un cañón hecho humano”.

Para muchos, esa jugada determinó el destino de la Serie Mundial de hace 70 años, ya que los Gigantes no solo se llevaron la victoria ante los Indios, sino que terminaron barriéndolos inmisericordemente.

El mejor de todos
Es cierto que esa jugada marcó un punto culminante en la carrera de Willie Mays, pero su performance global a lo largo de sus 23 temporadas en las Grandes Ligas terminaron por elevar al rango de leyenda a este jugador que nació en Alabama, en 1931 y falleció la semana pasada a la edad de 93 años.

Se explica que su carrera tuvo una exposición mayor que la del pionero Jackie Robinson –el primer negro en jugar en las mayores- ya que cuando Mays hizo explosión en ese 1954, la televisión ya contaba con una audiencia cercana al 50% en todo Estados Unidos, todo lo contrario a 1947, año en el que surgió Robinson, cuando la mayoría de los hogares estadounidenses (90%) no contaban con un televisor en casa.

Pero Mays se ganó su audiencia a pulso, al conectar 660 jonrones en su carrera, cifra que solo superaban Babe Ruth y Hank Aaron en 1973, año en que se retiró.

Mays terminó sus 23 temporadas en la MLB con un total de 3.293 imparables y mantuvo un promedio de bateo de por vida de .301, algo sorprendente para un jugador con tal poder. En 24 ocasiones fue convocado al Juego de Estrellas. Ganó el Guante de Oro 12 veces e impulsó más de 100 carreras en 10 temporadas distintas. Se robó 339 bases, siendo líder de la Liga Nacional en los años 1956 (40), 1957 (38), 1958 (31) y 1959 ( 27).

 

 

Fue designado dos veces como el Jugador Más Valioso de la Liga Nacional, pero los premios y sus estadísticas solo cuentan una parte de su historia. Lo que lo distinguió como la más adorada de las estrellas fue cómo jugaba: el modo en que doblegó los límites del beisbol a su voluntad con su inteligencia, velocidad, estilo y poder.

Red Smith, periodista del The New York Times, resumió todo al escribir en el palco del estadio de Oakland, la crónica del segundo juego de la Serie Mundial de 1973. Entonces Mets y Atléticos llegaron empatados 1-1 hasta el inning 12, cuando apareció Willie Mays con 42 años a cuestas, para dar el hit decisivo ante el astro del relevo Rollie Finger.

“Nunca habrá otro como él”, escribió Smith. “Nunca en este mundo”. Y nunca lo habrá.