Rayner Rico | Prensa LVBP
Caracas.- Por sorpresa tomó al joven lanzador Manuel Olivares la noticia de que iba a ser el encargado de abrir el partido inaugural por Tiburones de La Guaira en su casa, el Estadio Universitario, el día martes 25 de octubre.
El novato tenía en mente que su debut en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP) no se produciría sino un día después frente a Caribes de Anzoátegui; aunque no fue así.
Henry Blanco, mánager de los salados, se arriesgó, tomó decisiones y le concedió la responsabilidad de hacer las serpentinas iniciales nada más y nada menos que frente al vigente campeón del certamen, Navegantes del Magallanes.
“Estaba enfocado para pitcharle a Caribes. Por mi mente pasaba en cómo enfrentar a (Williams) Astudillo, Balbino (Fuenmayor), este, aquel. Me va a tocar fuerte, me dije a mí mismo. No fue sino hasta las 11:00 de la mañana de ese día que me dijeron que iba a pitchar contra Magallanes y ahí mismo cambió mi mentalidad, me puse acelerado, me atacó la ansiedad, quería lanzar ya mismo, después todo fluyó fino”, contó con todavía notable emoción el carabobeño.
Para asombro y satisfacción de todos los guairistas, Olivares no pudo tener mejor carta de presentación que una brillante actuación desde el montículo, en la que maniató con cierta facilidad a la temible ofensiva filibustera por cinco episodios completos en blanco y de esa manera conseguir su histórico primer triunfo como profesional en los circuitos nacionales.
“Para mí fue algo espectacular. No me imaginé que me iba a sentir así. A pesar de los nervios y la emoción, me mantuve concentrado y eso fue lo que más me ayudó. Nunca pensé que iba a llegar a cinco innings, en mi mente estaba el que, si me iba bien, podía estar unos tres innings. Cuando vi que ya era la quinta entrada dije: ‘wao, ¿tan rápido?’ y caí en cuenta en lo que había hecho”, describió el diestro de 20 años de edad.
Confianza y más confianza
La inolvidable faena del novicio tirador tuvo distintos protagonistas tras bastidores, por así decirlo. Naturalmente, contó con el apoyo del mandamás Blanco, que le otorgó mayúscula responsabilidad con todo y que, en su hoja de vida, la mayor experiencia con la que cuenta es el haber lanzado en la filial de los Rockies de Colorado en la Dominicana Summer League, un circuito para novatos de primero y segundo año.
También aparece la labor del puertorriqueño Ricky Bones como coach de pitcheo, así como la de sus compañeros receptores, quienes lo estuvieron guiando en todo momento y a ellos les otorga una buena cuota del mérito por lo conseguido.
“Busqué a los cátchers. Les pedí consejos porque sé que ellos ya conocen a todos estos equipos. Ricardo (Genovés) me dijo: ‘trabaja conmigo, con confianza. Tú estás bien, tú único trabajo va a ser ejecutar los pitcheos’ y eso fue justo lo que hice”, recordó Olivares.
Si bien la crónica del juego indica que su transitar por el desafío no tuvo mayores complicaciones, al aislar solo tres imparables, uno de ellos un doble del cubano Lázaro Hernández, el camino del lanzador no fue tan fácil. Tuvo que lidiar con todos los sentimientos del momento, más la adrenalina del juego. A pesar de su corta edad, consiguió manejar la situación y salir adelante.
“Yo estaba dentro del dugout pensando: ‘tengo que ir pitcheo a pitcheo, inning a inning. Mi mente no pensaba nada más, sino en eso y bueno, Gracias a Dios, se me dieron las cosas. También gracias al plan de trabajo que mantuvimos entre el pitching coach y el cátcher, quienes me dijeron cómo atacar a cada bateador (del Magallanes), que son buenos, que mantuviera la bola bajita y al final esa fue la clave para tener mi salida buenísima”, señaló el recluta.
Olivares desconoce de algún tipo de restricciones por parte de su organización en Estados Unidos, todo lo dejó en manos de la directiva escuala. Por lo pronto aspira a demostrar que lo realizado ante Magallanes es fruto del trabajo y su evolución como jugador y no se trató solo de un golpe de suerte.
“Voy a seguir preparándome para hacerlo bien en cada salida y ayudar a mi equipo lo más que pueda”, concluyó.
César Collins, el artífice
Cuando Manuel Olivares fue anunciado como integrante de la rotación guairista, varios escépticos levantaron una ceja. Pues se trataba de un lanzador “desconocido”, con muy poco recorrido y con un lento desarrollo en la granja de los rocosos, en la que después de cuatro años solo ha podido intervenir en la categoría Rookie. Sin embargo, el actual gerente general César Collins no titubeó al momento de ofrecerle un contrato e incluirlo en sus planes de reestructuración.
“Estoy sumamente agradecido con César (Collins), porque él fue el que me vio y me dijo: ‘quiero que tú estés en mi equipo, te voy a dar la oportunidad. Espero que lo que estás haciendo en República Dominicana, lo hagas aquí en la liga’. Esa confianza, también me ayudó a crecerme”, mencionó un todavía tímido Olivares.