Pablo López ha lanzado en las Mayores desde el 2018
Matt Monagan/MLB.com | @MattMonagan
Ha registrado efectividad de 3.92 en seis temporadas. En un momento fijó un récord de la era moderna al ponchar a los primeros nueve bateadores de un partido. Su combinación de un devastador sweeper y un cambio de gran movimiento puede dejar a los bateadores totalmente indefensos en el plato.
Precisamente este año, los Mellizos — lo vieron como un brazo para encabezar la rotación — le otorgaron una extensión de cuatro años y US$73.5 millones.
Pero todo eso, desde su firma con los Marineros en el 2012, estuvo muy cerca de no suceder.
“En el momento en que Seattle me ofreció un contrato en julio del 2012, la misma universidad a la que asistieron mis padres me aceptó para estudiar medicina”, indicó López. “A los 16 años, fue una decisión difícil de tomar”.
Como oriundo de Cabimas, Venezuela, López se crio en una familia que estaba extremadamente enfocada en los estudios. Claro, les gustaba el béisbol — como a casi todos en el país — pero ¿qué tan realista era la posibilidad de ser pelotero? Sus familiares eran abogados e ingenieros, y sus padres, sus ídolos, eran médicos. Su padre, Danny, tenía una práctica general, mientras que su madre, Agnedis Serra, era patóloga.
“Me crie en un hogar lleno de libros de anatomía y todo por el estilo”, recordó López. “Me llegó a encantar todo eso”.
Tiene gratos recuerdos de las jornadas nocturnas de trabajo con su padre en el hospital y el deseo de tener la misma profesión algún día, ayudando a la gente con sus dolencias. Pasaría sus días con una bata médica y un estetoscopio colgando en su cuello.
“Siempre quise ser como mi papá”, declaró López. “Él hacía un trabajo maravilloso”.
Pero a su padre también le gustaba el béisbol – y Pablo demostró que era muy bueno en este deporte desde muy joven.
Su cuerpo se transformó durante su adolescencia a uno esbelto y con la altura adecuada para ser un serpentinero de poder. Admiraba a algunas de las estrellas venezolanas en MLB y aspiraba a ser como ellos algún día.
“Cada venezolano se crio fanático de (Johan) Santana”, expresó. “Tengo un muy claro recuerdo de verlo con el uniforme de los Mellizos cuando yo era más joven”.
Pero López nunca perdió su enfoque en sus estudios. Pudo saltarse cursos. Aprendió cuatro idiomas — español, inglés, portugués e italiano. Se graduó del bachillerato a los 16 años, consiguiendo 19.8 de 20 en un examen de admisión a la misma facultad de medicina de sus padres. Pudo haber sido el comienzo de la profesión que siempre soñaba como niño.
Pero también hubo interés para otro posible empleo: Los Marineros de Seattle querían otorgarle un contrato profesional.
Enfrentando una dura decisión, López consultó con su padre — su mentor — en busca de un consejo.
“Me dijo que era 100% mi decisión”, declaró López. “Cualquier rumbo que tomes, sé que harás cosas grandes. Pero la mejor manera que te puedo decir que lo veas ahora mismo es que si eliges ir con el béisbol y no resulta como anticipas, todavía puedes ir a la universidad. Si eliges los estudios y no te gusta, creo que será un poco más difícil que vuelva la oportunidad en el béisbol”.
Eso fue lo único que López necesitaba escuchar. La opción era el béisbol.
En un principio, algunos no comprendieron la decisión — especialmente su abuela materna, quien era del lado de la familia que tenía mayor enfoque en los estudios.
“Recuerdo que cuando opté por la pelota, mi abuela no estaba muy contenta”, dijo López entre risas.
Afortunadamente, fue una buena decisión.
Como adolescente, López superó las lesiones para convertirse en una joven estrella en el sistema de los Marineros; fue cambiado a los Marlins en el 2017 y a sus 22 años deslumbró en su debut de MLB contra los Mets. Fue enviado al primer equipo de Santana, los Mellizos, antes de esta campaña y hasta ahora ha registrado los mejores números de su carrera: Promedio de carreras limpias de 3.77, 11.3 ponches por cada nueve entradas y EFE+ de 116 en siete aperturas.
El derecho de 27 años también ha pasado por desconsuelos en su camino. Perdió a sus dos ídolos.
Su madre falleció cuando Pablo tenía apenas 11 años. Su padre murió de un infarto en el 2020.
Como se dijo a La Vida Baseball en el 2019, “no puede ver a su mamá, pero sabe que fue y siempre será su seguidora Nro. 1”. Y en el Día de los Padres (en EE.UU.) en el 2021, López tuvo una dominante presentación en el Wrigley Field contra los Cachorros. El diestro les dijo a los medios después del partido que “tuvo a su papá en la mente durante todo el partido, siempre estará con él y siente su presencia en el hombro”.
Y para honrar el consejo de su padre en el 2012 y sus propias ambiciones, López aún tiene previsto volver a la universidad cuando termine su carrera en la Gran Carpa. Es posible que no sea precisamente para estudiar medicina, pero algo enfocado en la salud y el deporte. Posiblemente algo de nutrición para el desempeño en el terreno. Aunque no tiene tanto tiempo como antes, todavía lee y trata de retener información de cualquier manera, señalando que, “el aprendizaje es un proceso que nunca termina”.
Sus compañeros, que conocen su pasión fuera del terreno, también lo han ayudado a seguir por el camino de la medicina — aunque se trata de preguntas más fáciles que las que hacen en las clases de medicina.
“Cuando desafortunadamente a [Kyle] Farmer le dieron un bolazo en la cara, informaron que resultó en una laceración”, explicó López. “Algunos de los muchachos me preguntaron qué era esa palabra. Les dije que no era una fractura”.