Wilfredo Tovar | Fotos: A. van Schermbeek

José Ángel Rodríguez | Prensa LVBP

 

Caracas.- Wilfredo Tovar es un fiel creyente. Se evidencia cuando en las dos últimas campañas de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional pareciera que casi siempre va malherido, con alguna venda en el cuerpo, con dolencias que no pueden disimularse y horas enteras dedicadas para estar en pie la siguiente noche como protagonista principal de la historia reciente de Leones del Caracas. Un equipo donde su bate y liderazgo han dejado huella como el capitán no nombrado

“Nunca perdí la fe”, dijo sin vacilar el hombre con mayor cantidad de hits en la pelota rentada local desde la temporada 2016-2017, con 407. Lo hizo en la previa del sexto juego de la Gran Final 2022-2023 contra Tiburones de La Guaira, que le tituló por primera vez en su trayectoria de 11 campañas en el circuito.  “Trabajé más la agilidad, mis piernas, las corridas, creo que eso nos ha ayudado mucho. Lo hice con (Alexis) Lugo, el trainer acondicionador de nosotros, le debo muchas cosas a él, no estoy al 100 por ciento, pero sí al 80”.

Antes del inicio del decisivo careo, Tovar no dudó en denominarlo como “el más importante de su carrera”. Motivos tenía para afirmarlo, no solo porque se encontraba a solo una victoria de la gloria, o por los dolores que debió soportar hasta llegar a feliz puerto, sino por su recuerdo más inmediato.

El oriundo de Santa Teresa del Tuy, había estado en la última final disputada por el equipo capitalino en el circuito, hasta la de este ruedo. Fue en aquel certamen 2018-2019, cuando Cardenales de Lara les superó en cinco careos y el mirandino solo pudo batear cuatro imparables en 18 turnos, para anémica línea ofensiva de .222/ .222/ .278.

“En el 2018, cuando pasamos para la final, no pude hacer lo que estaba haciendo hoy, ahora me siento más seguro”, confesó el toletero de 31 años de edad, quien terminó la final con promedios de .320/ .414/ .400 en 25 viajes al plato. “Sé lo que estoy haciendo en el home plate, lo que tengo que hacer para ayudar al equipo, estar en base, saber en qué conteo batear. Antes lo sabía, pero no lo ponía en práctica y me ha dado muchos resultados”.

Tovar hizo lo que mejor sabe hacer a lo largo de la postemporada. Quedó igualado con otros dos paleadores en el Round Robin como el tercero con mayor cantidad de incogibles en la fase, con 22, y anotó nueve carreras. Por mucho, su mejor cosecha en etapas de enero, pero no echa al olvido lo que tuvo que pasar para convertirse como una figura importante de la manada capitalina.

Antes de llegar al conjunto avileño, nunca bateó más de 26 inatrapables en cinco cursos previos en la pelota rentada local, pero las clases particulares con Antonio Armas, surtieron un efecto casi automático. Desde entonces, en las últimas siete zafras, la menor cantidad a su registro fue de 39 hits en la 2019-2020, y su tope, de 81 en la 2017-2018, cuando también encabezó a toda la liga.

“Somos una familia. Esa ha sido la clave de todo, nos caemos y nos levantamos todos”, indicó como factor diferenciador de la cueva melenuda en este ruedo. “Creo que eso es algo que esta temporada a ninguno de los muchachos se les va a olvidar”.

Una vez bañado en la gloria del título 21 de Leones del Caracas, ese que se le había hecho esquivo, pero en el que nunca dejó de creer, Tovar desahogó todo lo que tenía guardado.

“Era lo único que faltaba en mi carrera. Todavía no me lo creo”, confesó a IVC Networks tras el jonrón de oro de Harold Castro. “Mi familia me dice ‘eres campeón’ y aún me falta despertarme”.